La
pandemia que actualmente afecta a todo el planeta tendrá impactos negativos y
rotundos en las economías de todos los países afectados. Las comunidades locales
se empobrecen por la interrupción de sus vocaciones productivas y esperan en
sus casas que esto pase para volver a retomar sus trabajos y reactivar los
canales comerciales locales.
En
este contexto, el sector turístico se encuentra en una encrucijada ya que es una
industria que requiere desplazamientos, experiencias y encuentros para poder
desarrollarse. Estas actividades actualmente NO son recomendadas de realizar por
las instituciones expertas en salud, quienes nos piden quedarnos en casa y
realizar una cuarentena voluntaria. Frente a este escenario surge una pregunta
evidente. ¿Cómo será la actividad turística post pandemia?
La
posibilidad de una reactivación económica de los territorios rurales basada en la
actividad turística depende del surgimiento oportuno de articulaciones productivas
entre comunidades locales. Idealmente que puedan levantar servicios y bienes de
forma cooperativa, tomando en consideración los resguardos sugeridos por los
organismos de salud respectivos de cada país. Es decir, que sean las mismas
comunidades rurales quienes se adapten y se activen como la oferta turística
formal del territorio.
Una
de las formas en que las comunidades rurales solían incorporarse dentro de la
oferta turística formal era a través de la realización de actividades
culturales de tipo costumbristas, gastronómicas, religiosas, etc. Hitos bien
marcados en el calendario que permitían la salvaguarda del patrimonio y a la
vez, dinamizar la economía local.
Hoy
se ve complejo que las agrupaciones turísticas que organizan estos eventos en
la ruralidad puedan gestionar estas iniciativas ya que existe un alto riesgo de
que sean nuevos focos de contagio. En una ruralidad chilena en donde el turismo
es generalmente “sin resolución sanitaria”, la fiesta costumbrista es bienvenida
ya que todos pueden participar si es que pertenecen a la localidad y/o a la organización
responsable. El turismo rural va a tener que reinventar los encuentros, reducir
la cantidad de personas que interactúan en un servicio y agregar valor a la
vinculación.
La
potencialidad del sector turístico en la post-pandemia requiere más que nunca
de la cooperación y articulación entre actores. Esto se acentúa aún más en
zonas rurales o aisladas geográficamente en donde el turismo es muchas veces una
actividad económica emergente que convive con vocaciones productivas enraizadas
en los modos de vida de las personas, como por ejemplo la actividad campesina o
los oficios asociados al mar. Son ciclos económicos dinámicos y característicos
en cada territorio y que por lo mismo requieren una mirada dinámica para ser
abordados ya que dan cuenta de la diversificación económica que actualmente se
da en zonas rurales, la cual, está marcada por la estacionalidad de estos
oficios. Estacionalidad que hoy se ve interrumpida en su totalidad y en
donde todas las vocaciones productivas rurales están en pasivo y amenazadas.
Comentarios
Publicar un comentario